Cómo comportarse en un viaje en grupo
Que seamos seres sociales no implica que vivir en sociedad sea una buena idea.
Las manadas siempre terminan mal: te roban la comida, te gruñen, la hembra no te hace caso o te hace demasiado, y el macho alfa está siempre predispuesto a una pelea porque sabe que va a ganar. Y todo esto pasa en la tele con el engañoso fondo de un atardecer zumo de naranja, o aún mejor: bloody mary. Lo que no evita que al prota se las den por todos lados.
Los documentales de animales preparan para los viajes en grupo, así que no hagas como que no lo sabías. Y por si fuera poca advertencia, seguro que ya de antes tenías un amigo de los que revientan fiestas (por ejemplo, tu boda) al grito de “¡yo no he venido aquí a agradar a nadie!”. Y aun así, allá vas, camino del Polo Norte, en bicicleta, con 17 desconocidos (porque aunque sean tus colegas de la infancia ahora sí que les vas a conocer) ¿Qué podría salir mal?
Con tus compinches del viaje grupal vas a compartir más intimidad que con aquella novia de Murcia, la de los fines de semana, sí hombre, la que ahora es la madre de tus hijos. Vas a saber cosas suyas que no querrías saber de nadie. El resultado puede ser tan feliz como para que hagas amigos para siempre -como los que se hacen en un penal con una condena larga-, o tan desgraciado como para que termines en una terapia de grupo involuntaria intentando esquivar las largas manos de una exploradora de la quinta de Lola Flores, probablemente la única superviviente de la expedición del capitán Scott. Por eso, aunque te vayas a la campiña inglesa o al Lago Como, los viajes de más de dos deberían ir siempre en el epígrafe “viajes de aventura”.
1) Amistades
Un viaje en grupo se termina convirtiendo, justo a la mitad, en Pekin Express. Hay dos parejas que se hacen superamigas en el momento dichoso en el que descubren que ninguna soporta a los dos manchegos a los que no se les entiende nada cuando hablan. Otra cosa que también une mucho son las demandas colectivas.
2) Líder de la manada
Siempre hay uno. Se le reconoce porque se parece un poco a Napoleón. Por ejemplo, en que el título se lo otorga él mismo. Y que consigue convencerles de atravesar Rusia en chanclas. Su preminencia se debe a que la gente necesita a alguien a quien seguir, no a que aliente ideas especialmente buenas. Su reinado acaba hacia el final del viaje, cuando, tras recorrer tres discotecas cerradas o directamente derruidas y ser atracados en el campeón mundial de los callejones sórdidos, el grupo despierta de su hechizo y ve que debajo de su traje nuevo de emperador lo que hay es un merluzo
3) El fiestas
Lo peor no es que lleve una botella en la maleta, es que lleva otra puesta. Se sabe la canción del tirolés y chistes en batería, de los que no conviene que le hagas perder el hilo, porque vuelve a empezar. Se empeñará en buscar un bar en una aldea lacandona o en los alrededores de un monasterio tibetano. Lo va a encontrar.
4) Grupos internacionales
En todos los grupos internacionales hay un tipo muy amable que no entiende ningún idioma, el suyo un poco, y al que le puedes robar el postre.
5) El pulpo
Viaja con la extraordinaria idea de que lo que no le ha funcionado con las mujeres de su país durante los últimos 20 años va a convertirse en infalibles técnicas rompebragas en cuanto cruce la frontera. El plan hace aguas porque, invariablemente, decide aplicar sus métodos en las mujeres del grupo, que son de su país e incluso de su barrio. Termina optando por el amor mercenario o postulándose para un bofetón que sólo se parece al de Gilda en que suena bien, a piedra rompiendo un charco.
6) El gruñón
Se ha pasado el año ensayando quejas en su pueblo, donde es el más firme valedor local de que ya no nieva como antes. Su terreno de juego favorito son las comparaciones de cualquier cosa con España, por ejemplo: que la Capilla Sixtina está bien, sí, pero que donde esté una tapa de chorizo… Es el que más energía demuestra, no va a desfallecer ni aunque dos mulatas serbias se le sienten en las rodillas, le llamen papito y le hagan cosquillas detrás de la oreja. Donde estén las mulatas serbias de España.
7) La de las compras
Vale la pena esperarla para que rebusque entre todas esas cosas que puede comprar en casa pagando un euro menos.
8) El conductor
Con una adecuada motivación en dólares, un autobusero astuto puede conseguir que lo único que veas del Gran Cañón sean las postales de la tienda de su primo, que está mucho mejor porque tiene aire acondicionado y te ponen un té.
9) Los traslados
Presta atención a dónde te sientas. Hay una ley no escrita que dice que el sitio que escojas el primer día te corresponde para siempre. En la parte trasera se sientan los gamberros. Que les guste cantar no garantiza que afinen. En la delantera, va gente tan pacífica que probablemente dormir con un libro en la página 3 sea su principal actividad. Como estas cosas y otras sólo pasan en los viajes conjuntos y en el cole, se deduce que la vida escolar y la de la fauna salvaje son los dos modelos que siguen los viajes en grupo. Lo mejor del viaje probablemente sea esa segunda oportunidad que tienes de ser el chico guay de la clase, esquivar las collejas con dignidad y que no te manteen ni te muerdan.
10) Los beneficios
Viajar en grupo es más barato. Además, viajas con gente que sabe el idioma de los nativos e incluso están capacitados para interpretar mapas y señales. Y lo más importante: probablemente alguien se haya encargado de hacer el plan y reservarlo todo. Si nadie lo ha hecho, enhorabuena, son una congregación de gente tan parecida que probablemente acaben perdidos en el desierto o devorados por pirañas, pero venga a reir. En general, un grupo humano está más preparado que un individuo único para superar los inevitables inconvenientes de salir de casa.
Fuente: Traveler.es
Tags: Humor
Texto: Rafael De Rojas
Este es mi cuaderno de bitácora y experiencias, un espacio de aventuras por los rincones del mundo donde encontrarás anécdotas y curiosidades de mis viajes, así como consejos y sugerencias de cada una de ellos.